Visita en dos jornadas. Agosto 2004.
A 55 kilómetros al sudeste de la capital federal, Buenos Aires (República Argentina), se encuentra la ciudad de la Plata, a la que por carretera, y en transporte público se tarda una hora bien cumplida.
Tiene la curiosa particularidad, al igual que Brasilia, de haber sido, en su origen, pensada, diseñada y construída a partir de necesidades administrativo-políticas.
Por ello, el plano de la urbe, cuya primera piedra se colocó el 19 de noviembre de 1882,morfológicamente «es un cuadrilátero en cuyo interior las calles son paralelas. Tiene 42 por 42 manzanas y cada 6 calles hay una avenida.
En los cruces de las avenidas, por lo general, se emplaza una plaza o parque. Las calles están numeradas y van de 32 a 72 y de 1 a 31 (las calles que faltan
para completar las 42 manzanas están entre la calle 1 y el límite con los partidos de Berisso y Ensenada y se numeran de 115 a 122). La ciudad fue concebida
con un eje fundacional que se encuentra entre las avenidas 51 y 53 (nótese que la calle 52 no existe dentro del casco urbano, salvo un pequeño tramo en
el extremo oeste, siendo esta la única excepción). En este eje se ubican, entre otros, los edificios del Ministerio de Seguridad y Justicia, el Correo,
la Casa de Gobierno, la Legislatura provincial, el Teatro Argentino, la Municipalidad, la Catedral y el Ministerio de Salud.»
A esta descripción, hay que añadir la aclaración, en beneficio de los ciudadanos ya de por sí despistados, que la cuadrícula está cortada por dos diagonales, siendo los viales de buena anchura y las aceras amplias y ansiosas de un discreto mantenimiento.
Por su parte, la catedral se localiza en la manzana comprendida por las calles 14, 15, 51 y 53. Fue comenzada en 1885, innaugurada en 1932 y, al margen de las restauraciones, su proyecto original se ha seguido desarrollando hasta el presente.
Como consecuencia, dos torres de unos 120 metros de altura flanquean la fachada principal. Bajo una de ellas y parte de la iglesia,se encuentran la cripta y el museo, al que se accede mediante rampas.
De él destacaremos que prácticamente todo lo expuesto se puede tocar, existiendo material ex profeso para que las personas ciegas, a través de vaciados en yeso, puedan seguir la génesis del templo, reproducciones de los rosetones, columnas y, sobre todo, una maqueta, realizada en madera, que permite, dada su sección, apreciar la costrucción, sus soportes, cubiertas, arquerías, planta, etc.
Tanto para admirar la catedral, que en sus 7000 metros cuadrados tiene, a pesar de su estilo neogótico, siempre detalles que captar, como para disfrutar en el museo o percibir la sensación de estar a más de 60 metros del suelo, un día ventoso, existen visitas guiadas y, en nuestro caso concreto, además, magistrales.
Respecto al museo de ciencias naturales, del que existe sobrada documentación en la red, pues cuenta con una página, destacaremos que dispone también de un Servicio de guías, ciertamente cualificados. Ellos nos condujeron por las distintas salas, permitiendo el acceso a todas las piezas mostradas.
Merece una mención destacada, el esfuerzo que este Centro realiza todos los años, pues, durante el mes de noviembre, reúne una exposición temática para los estudiantes y personas ciegas.
De este modo, se pueden reconocer mediante el tacto, colecciones de minerales, herbarios, especies de animales, su hábitat, etc., que cualquier individuo tendría serias dificultades para ver reunidas.
Para el presente año, nos anunciaron que la muestra se centrará en «plantas aromáticas» de toda latitud y longitud donde las haya.
Por último, reseñar que este museo dispone, por un módico precio, de un C. D. Interactivo que, al menos en parte, es accesible.
Sancibrián, 30 de septiembre de 2004
José A. Ferrero